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15ª ESTACIÓN LA RESURRECCIÓN DE JESÚS.




Mateo 28,1-7
Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro.  Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. 


Reflexión
Esta última estación yo la consideraría como destacada por su mayor importancia. JESÚS ha muerto, ha vencido a la muerte Ha resucitado y está con todos nosotros, está vivo, palpable, dejemos que siga vivo en nuestras vidas, en nuestros corazones. Nos da nuestra propia Resurrección, creo que esto es difícil de entender, por ejemplo uno está aquí en la vida, luchando, pasando, lo más lo menos pero en el momento en que uno muere hay está la resurrección de cada uno.
Alegrémonos por Cristo, nuestro Salvador, nuestro mejor Amigo, que ya ha triunfado. Ya ha dejado de sufrir. Ya vive glorioso, para siempre. Con corazón noble y generoso nos alegramos, sobre todo, por El. Porque se lo merece. Porque ha estado grande con nosotros, magnífico. Porque pasó toda su vida haciendo el bien y murió pudiendo decir: “Misión cumplida”. Nos alegramos sinceramente de que El ya pueda descansar junto al Padre. Se lo merece. Nadie nos ha amado como El. Nadie ha sido tan bueno y generoso como El. Y nos alegra sinceramente que El ya descanse, que sea feliz junto al Padre. Se lo merece.
Cristo ha resucitado. La Iglesia lo anuncia muchas veces durante esta Vigilia Pascual y no se cansará de repetirlo durante estos días de Pascua. Por todas partes hace resonar sus aleluyas, expresión de alabanza a Dios, pero también de euforia, de alegría, de entusiasmo. ¡Aleluya!. La Iglesia está desbordante de gozo y por eso se pone a cantar. Necesita desahogar de mil maneras su alegría, su felicidad: Jesús ha resucitado. “Surrexit Dominus vere, alleluia”. El Señor ha resucitado. ¡De veras! Aleluya, alegrémonos.

14 comentarios:

  1. RESURRECCIÓN

    Jesucristo, muerto por nuestros pecados, resucita glorioso y vencedor sobre la muerte.

    Creo en la Resurrección de la carne


    La resurrección es una verdad fundamental del cristianismo. Cristo verdaderamente resucitó por el poder de Dios. No se trata de un fantasma, ni una mera fuerza de energía, ni de un cuerpo revivido como el de Lázaro que volvió a morir. La presencia de Jesús resucitado no se trata de alucinaciones por parte de los Apóstoles.

    Cuando decimos "Cristo vive" no estamos usando una manera de hablar, como piensan algunos, para decir que vive solo en nuestro recuerdo. La cruz, muerte y resurrección de Cristo son hechos históricos que sacudieron el mundo de su época y transformaron la historia de todos los siglos. Cristo vive para siempre con el mismo cuerpo con que murió, pero este ha sido transformado y glorificado (Cf. Cor.15:20, 35-45) de manera que goza de un nuevo orden de vida como jamás vivió un ser humano.

    La vida de Cristo la vivimos por la gracia. Los que son de Cristo participan ya de esta vida nueva de Cristo desde el bautismo. Esta vida activa en nosotros se llama gracia. Se puede perder por el pecado mortal, pero se puede recuperar por el perdón sacramental, y la debemos aumentar viviendo fielmente nuestra fe. La gracia nos da fortaleza, esperanza y la capacidad de un amor sobrenatural. Nos hace capaces de comprender el sentido profundo de la vida y de las luchas porque nos comunica la perspectiva de Dios. El cristiano, movido por el Espíritu Santo vive en gracia de Dios, preparándose para la continuación de su vida eterna después de la muerte. Esta vida de Cristo la vivieron los santos (Cf. Rom 6:8) de manera ejemplar. Todos debemos de imitarlos para ser también santos. Sin la gracia, los hombres caen en un gran vacío, en una vida sin sentido.

    La muerte, tanto espiritual como física, es la consecuencia del pecado que entró en el mundo por rebelión de nuestros primeros padres. Estamos sujetos a la muerte física, pero el "aguijón" del pecado ha sido reemplazado por la esperanza cierta en la resurrección. Jesucristo pagó el precio por nuestros pecados con su muerte en la cruz. Conquistó así a todos sus enemigos. El último enemigo en ser destruido, al final del tiempo, será la muerte (Cf. I Cor. 15:26). Por eso, la muerte no es el final, tampoco nos encierra en un ciclo como piensan los proponentes de la reencarnación. Vivimos y morimos una sola vez. Durante nuestra vida mortal decidimos nuestra eternidad. Recibimos la gracia y la misericordia de Dios que nos abre las puertas del cielo. Al final del tiempo se establecerá plenamente el reino del Señor.

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  2. Sentimos el peso de nuestros pecados. No nos encerremos nosotros de nosotros mismos. Abrirnos al Señor. Jesús ha resucitado. Jesús ya no es del pasado sino del presente y está preparado hacia el futuro.
    Que Jesús resucitado entre en tu vida, te acogerá con los brazos abiertos y si eres indiferente da el paso, confia en Él, está cerca de tí. Hay un pequeño elemento que quiero subrayar del evangelio.Recibir el evangelio con fe Haced memoria de sus palabras. Haced memoria del camino recorrido, hacer memoria de que ha hecho Jesùs en nuestras vidas. Pidamos al Señor de que nos hága participes de su Resurrección. Nos hága a hombres y mujeres sentirlo como el viviente vivo y eficaz, que nos enseñe a no buscar entre los muertos al que vive.

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  3. Respuestas
    1. basura sos vos

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    2. Aún a los que llaman basura a DIOS. EL los ama y murió por ellos.

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    3. Esos qué viven en la basura espiritual , y adoran los " dioses" de este mundo. Son por lis qué murió Jesús, quien los buscará hasta el final.

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  4. Té amo Dios mío 🙏

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