Mateo
26:36-46
Yendo
un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: "Padre
mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea
lo que yo quiero, sino lo que quieres tú."
Jesús
se retira como a un tiro de piedra a un lugar donde que existe una
enorme roca. Y "empezó
a entristecerse y a sentir angustia. Entonces les dijo: Mi alma está
triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo"(Mt).
No se trata de una batalla cualquiera, sino de un amor que va a
sufrir la mayor dificultad. Cuando en el fondo del alma se vive el
gozo de la presencia del Padre, lo externo se torna menos difícil.
Pero ahora Jesús experimenta como una no presencia, aunque el Padre
esté siempre allí.
Jesús ora
A
Jesús se le hace presente todo el sufrimiento de la crucifixión. De
esto se trata. De amar a pesar de los pesares. Y viene la angustia,
el desasosiego, las lágrimas, el desaliento. Experimenta los efectos
del pecado en su alma, especialmente la separación de Padre, que es
lo más difícil, es un comienzo del descenso a los infiernos que
ocurrirá después de la muerte. Es un anonadamiento en su alma. Ha
comenzado la Pasión cruenta en su alma. Pero no cede, sigue rezando,
y sigue amando la voluntad del Padre que también es la suya, y ama a
los hombres todos, que son los causantes de ese dolor.
"Y adelantándose un poco, se postró rostro en tierra mientras oraba diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no sea como yo quiero, sino como quieras Tú"(Mt). Jesús llama a su Padre, con acentos de hijo pequeño, le llama "Abba"(Mc) oración desconocida en otros labios. Él es el Hijo que cumple la voluntad amorosa del Padre. El Padre quiere salvar a los hombres por la línea del máximo amor; y el Hijo quiere esa voluntad que costará tanto dolor. Ese es el precio de la salvación de los hombres: un acto de misericordia que cumple, al tiempo, toda justicia.
Entonces "Un ángel del cielo se le apareció para confortarle. Y entrando en agonía oraba con más fervor y su sudor vino a ser como gotas de sangre que caían sobre la tierra" (Lc). Todo el cuerpo está empapado en ese extraño sudor de sangre. La angustia del alma llega ser terror; pero no le vence, no desiste Jesús de su empeño de entregarse. Quiere la voluntad del Padre, que es la suya, no la del cuerpo que se resiste, lleno de pavor.
Los discípulos se duermen
En
este estado busca consuelo en los suyos. "Volvió
junto a sus discípulos y los encontró dormidos; entonces dijo a
Pedro: ¿Ni siquiera habéis sido capaces de velar una hora
conmigo?" Es
un queja para los que no han sabido estar a la altura de las
circunstancias. Se excusan por el cansancio, pero es un sueño
extraño, su causa es "la
tristeza" (Lc),
es como una evasión cuando los enemigos de Jesús bullen aquella
noche sin ceder a sueños ni descansos. Pero de nuevo Jesús se
rehace y se vuelca en aquellos que no saben, ni pueden, hacer más. Y
les dice: "Velad
y orad para no caer en tentación: pues el espíritu está pronto,
pero la carne es débil"(Mt).
El sueño de los discípulos tiene también una causa infranatural;
es el diablo, que envuelve en su tiniebla las mentes y los espíritus
de todos. Jesús no lucha sólo contra su debilidad, sino contra el
príncipe de las tinieblas que está desplegando todo su poder; y
ellos, sus seguidores, sin oración no son nada. La oración será la
fuerza para vencer cualquier dificultad; al mismo diablo con todo su
extraño poder.
Hágase Tu voluntad
Ya
muy entrada la noche Cristo se retira durante un tiempo largo, y se
repite la oración, la agonía que no puede superar a pesar del
consuelo del ángel. Y "de
nuevo se apartó por segunda vez y oró diciendo: Padre mío, si no
es posible que esto pase sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban
cargados de sueño. Y dejándolos, se apartó una vez más, y oró
por tercera vez repitiendo las mismas palabras" (Mt).
La insistencia es amor que no cede; es una verdadera pasión en el
alma, y también en el cuerpo. Parece un desecho de los hombres, está
humillado y parece derrotado; supera una y otra vez la tentación y
la oración -vida de su vida- se hace más intensa.
REFLEXIÓN
Seamos
fuertes, estemos abiertos, abiertos al Señor; velemos, hagamos
oración. Que el Espíritu nos mueva y nos haga ver la realidad de la
vida, el estar con Él, Que la oración sea nuestra herramienta del
Cristiano, meditemos hagamos un examen de Conciencia. Sin la
oración no se hace nada, no caigamos en el error por flojera de no
rezar, velad y Orad para no caer en tentación. Darnos fuerza, Jesús
para poder vencer el mal. Así sea.
Invitación a la Oración. Seamos humildes, entrémonos al camino, darnos fuerza para seguir y no decaer en las Tinieblas. Ser fuertes.
ResponderEliminarRogando a Jesús misericordia por nuestras familias para que se conviertan y se de el perdón entre nosotros, reconciliación entre mis hijos
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